“Tengo que reconocer que esta vez yo tuve la
culpa de todo, perdóname por favor, te prometo que de ahora en adelante
cambiare mi forma de ser”.
Mil veces he callado lo que siento,
claramente, aun siento algo muy profundo.
Pero cuando llegan a preguntar por ti,
aolo río y contesto:
Eso ya es pasado, he vuelto a las andanzas.
Pero caro mio,
es mentira.
Hoy, más que nunca, sigo
enamorada de ti.
Quizás no con el ímpetu de antes,
pero si el
suficiente para extrañarte
cada día.
No es cierta aquella actitud
de mujer fatal que acabas de observar.
Hoy, por aquel maldito orgullo,
Absurdo deseos de venganza;
te he perdido.
Maldigo la hora de ese actuar
tan nefasto, traicionero y vil.
Antes, no me hubiera importado
que te alejaras de mi.
Pero te quiero, te quiero,
como nunca lo he hecho.
No dudes que aun sigo enamorada
de ti, jamás he llegado a pensar en
Otro que no seas tú.
Sin más que decir, perdón.
Gishola.
Dedicado para una persona sumamente importante, ya sabe quien es.
Esta canción es para él: Volveré Jesse & Joy Letra
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domingo, 3 de marzo de 2013
Encubrir de sentimientos.
martes, 12 de febrero de 2013
Hasta pronto
Últimamente como ha llegado la inspiración de golpe, aquí el resultado de superar un bloque "inspiracional" XD.
Nos vemos, Gishola: off
lunes, 11 de febrero de 2013
Amor egoísta.
Realmente no hay mucho que decir, viendo una canción en Internet, llego la inspiración; además, se acerca el Día del Amor y la Amistad (sin comentarios).
Regresando al tema, ¿cuántas veces no hemos escuchado que hay que sacrificar todo por el amor, dar nuestra persona entera en nombre de dicho sentimiento?. Esta es una reflexión personal, es la manera en que pienso debe ser el amor.
Ah y si quieres saber de donde tome la idea, les dejare el enlace de la canción:
Selfish Love de Miyavi
Gishola: off
lunes, 4 de febrero de 2013
El oculto espíritu de la luz.
Capítulo II: La libertad de saberse atrapado.
“Un hombre nace con
libertad, pero esa libertad se destruye cuando el mismo hombre se la impide”
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-Di Salvo- silencio.
-Di Salvo- silencio.
-¡Kilyann!-; -Eh, disculpe, estaba un poco distraído-.
-Usted siempre se distrae jovencito. ¿Por qué
no se parece más a su hermano mayor?-.
Esta era la historia sin fin de Kilyann,
siempre comparándolo constantemente, atacándolo por no haber escogido un camino
honorable en la vida como Adler.
Cada vez que deseaba gritar, protestar por lo
injusto de la situación, simplemente lo callaban y decían que no tenía la
suficiente madurez para elegir por sí mismo; ni siquiera le preguntaban si
estaba de acuerdo o no, solo aceptaba resignadamente las decisiones que tomaban
por él.
-Te espero a las 3:00 pm, vienes directamente
a la casa Kilyann-; -Sí papá- suspiro. Se abre la portezuela y baja del coche.
–Adiós-.
-Al fin solo, por lo menos en la escuela
estoy lejos de casa; pero no me va mejor que haya.
¡Qué diablos! Hoy no iré a la escuela- pensó.
Aunque sabía que le iba a costar una fuerte
discusión con su padre por haber faltado a sus clases.
Camino en dirección contraria al Instituto y
tomo una ruta corta hacia el parque, le gustaba recostarse en el pasto y
observar el cielo
-Como me relaja ver el cielo, observar las
caprichosas formas que hacen las nubes, ni hablar de las aves, van y viene
hacia donde deseen; desearía ser como ellas-. Cerró los ojos y en cuestión de
segundos, estaba totalmente dormido.
Mientras tanto en su casa…
Dentro de un enorme despacho, se encontraba
Georges Di Salvo, absorto en un libro gigante con múltiples cuentas.
Era un señor de aproximadamente 50 años,
contador de profesión, viudo desde hace 12 años.
Empezó a sonar el teléfono. -Ring, ring-
-¿Quién será tan temprano?- descolgó el
auricular y contesto
-¿Bueno, qué desean?-
-Disculpe las molestias señor, soy el
Director del Instituto Charles Dickens; le informamos que su hijo Di Salvo no
entro a clases y como nos pidió que lo mantuviéramos constantemente informado
sobre él…-
-¡Qué!, si personalmente lo dejo todos los
días enfrente. No se preocupe, gracias por avisarme. Hablare con él cuando
llegue a casa. Hasta luego-
-Hasta luego- y colgaron.
-De esta no se salvara, siempre quiere
tomarme el pelo, pero ya verá cuando regrese- pensaba sumamente enojado Georges
En el parque…
-Aummm- bostezo el muchacho
-Descanse muy bien, ya necesitaba despejarme
un rato.
Por cierto, ¿qué hora es?- reviso su reloj. –
¡Ya es la una!, es hora de ir a casa- se paro y empezó a caminar a la salida
del parque
Continuará…
Una enorme disculpa por haber subido apenas
el segundo capítulo, pero las ideas no llegaban, no es una excusa, pero
cualquiera que se dedique a escribir sabe lo que es un bloqueo de inspiración.
Sin más que decir, hasta la próxima.
domingo, 16 de diciembre de 2012
Demencia - [Parte 1]
El despertador sonó interrumpiendo el sueño que
tanto trabajo le había costado conciliar. De un manotazo apagó el estridente
sonido. Alejandro sabía que tenía que levantarse. Sabía que no podía darse el
lujo de llegar tarde una vez más al trabajo, por mucho que lo detestara. Y sin
embargo, por varios minutos aún, se mantuvo envuelto bajo las sábanas, sin
moverse, aspirando el aroma a limpio impregnado en ellas. Era tarde.
Probablemente pasaban de las siete con diez, y eso le daba un margen muy estrecho
de tiempo para prepararse y llegar a las ocho. Pero no se movió. No tenía
ganas. Los últimos dos días habían sido una verdadera tortura, esclavizándolo
con encargos, con informes, con reportes, con todas esas cosas que odiaba, que
le aburrían, que lo sofocaban, pero que se veía obligado a hacer para poder
pagar las facturas. No era el destino que se había imaginado. Años antes,
cuando recién comenzaba la carrera en la escuela de arte, imaginaba para sí un
futuro brillante, tranquilo y lleno de triunfos, donde sus cuadros serían
aquilatados debidamente y no tendría que preocuparse más que superficialmente
de cosas tan mundanas como pagos, rentas e hipotecas. Pero ese futuro no había
podido ser. La muerte de su padre, sus múltiples deudas y el endeble estado en
que había dejado no solo la economía familiar, sino la misma familia, había
marchitado cualquier semilla de prosperidad que le hubiese permitido seguir su
sueño.
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