lunes, 4 de febrero de 2013

El oculto espíritu de la luz.

Capítulo II: La libertad de saberse atrapado.

“Un hombre nace con libertad, pero esa libertad se destruye cuando el mismo hombre se la impide”
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-Di Salvo- silencio.

-¡Kilyann!-; -Eh, disculpe, estaba un poco distraído-.
                                                                                      
-Usted siempre se distrae jovencito. ¿Por qué no se parece más a su hermano mayor?-.

Esta era la historia sin fin de Kilyann, siempre comparándolo constantemente, atacándolo por no haber escogido un camino honorable en la vida como Adler.

Cada vez que deseaba gritar, protestar por lo injusto de la situación, simplemente lo callaban y decían que no tenía la suficiente madurez para elegir por sí mismo; ni siquiera le preguntaban si estaba de acuerdo o no, solo aceptaba resignadamente las decisiones que tomaban por  él.

-Te espero a las 3:00 pm, vienes directamente a la casa Kilyann-; -Sí papá- suspiro. Se abre la portezuela y baja del coche. –Adiós-.

-Al fin solo, por lo menos en la escuela estoy lejos de casa; pero no me va mejor que haya.

¡Qué diablos! Hoy no iré a la escuela- pensó.
Aunque sabía que le iba a costar una fuerte discusión con su padre por haber faltado a sus clases.

Camino en dirección contraria al Instituto y tomo una ruta corta hacia el parque, le gustaba recostarse en el pasto y observar el cielo

-Como me relaja ver el cielo, observar las caprichosas formas que hacen las nubes, ni hablar de las aves, van y viene hacia donde deseen; desearía ser como ellas-. Cerró los ojos y en cuestión de segundos, estaba totalmente dormido.

Mientras tanto en su casa…

Dentro de un enorme despacho, se encontraba Georges Di Salvo, absorto en un libro gigante con múltiples cuentas.
Era un señor de aproximadamente 50 años, contador de profesión, viudo desde hace 12 años.

Empezó a sonar el teléfono. -Ring, ring-

-¿Quién será tan temprano?- descolgó el auricular y contesto

-¿Bueno, qué desean?-
-Disculpe las molestias señor, soy el Director del Instituto Charles Dickens; le informamos que su hijo Di Salvo no entro a clases y como nos pidió que lo mantuviéramos constantemente informado sobre él…-

-¡Qué!, si personalmente lo dejo todos los días enfrente. No se preocupe, gracias por avisarme. Hablare con él cuando llegue a casa. Hasta luego-
-Hasta luego- y colgaron.

-De esta no se salvara, siempre quiere tomarme el pelo, pero ya verá cuando regrese- pensaba sumamente enojado Georges

En el parque…

-Aummm- bostezo el muchacho
-Descanse muy bien, ya necesitaba despejarme un rato.
Por cierto, ¿qué hora es?- reviso su reloj. – ¡Ya es la una!, es hora de ir a casa- se paro y empezó a caminar a la salida del parque

Continuará…

Una enorme disculpa por haber subido apenas el segundo capítulo, pero las ideas no llegaban, no es una excusa, pero cualquiera que se dedique a escribir sabe lo que es un bloqueo de inspiración.

Sin más que decir, hasta la próxima.

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